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domingo, 21 de mayo de 2017
martes, 3 de enero de 2017
Edadismo
EDADISMO: discriminación por la edad: consecuencias de los estereotipos, del prejuicio y la discriminación en la atención a las personas mayores.
Introducción
El edadismo hace referencia al
mantenimiento de estereotipos o actitudes prejuiciosas hacia una persona
únicamente por el hecho de ser mayor (Butler, 1969; Palmore, 1990), aunque
también se habla de un edadismo positivo que, aunque menos común, se plantea
como no nocivo para la gente mayor (Palmore, 1999). Palmore (1990), autor que ha
escrito abundantemente sobre el edadismo, señala las características básicas de
los estereotipos que forman la base del edadismo. De acuerdo con este autor,
algunas de ellas son:
1. El estereotipo proporciona una
visión altamente exagerada de unas pocas características.
2. Algunos estereotipos son
inventados o no tienen base real, y se valoran como razonables debido a su relación
con algunas tendencias de comportamiento que tienen alguna parte de verdad.
3. En un estereotipo negativo, las
características positivas se omiten o no son suficientemente declaradas.
4. Los estereotipos no reflejan
las tendencias compartidas por la mayoría u otras características positivas
de las personas.
5. Los estereotipos no
proporcionan ninguna información sobre la causa de las tendencias que se
señalan.
6. Los estereotipos no facilitan
el cambio.
7. Los estereotipos no facilitan
la observación de la variabilidad interindividual, siendo esto especialmente importante
en el caso de las personas mayores, dadas las amplias diferencias entre unas y
otras personas mayores.
El edadismo ha sido señalado como
la tercera gran forma de discriminación de nuestra sociedad, tras el racismo y
el sexismo (Butler, 1980; Stall y otros, 2002). Este tipo de actitudes está
presente en la sociedad occidental actual (Palmore, 2001), probablemente incluso
en mayor medida que el sexismo y el racismo, aunque es mucho más difícil de
detectar (Levy y Manaji, 2002a), y pueden ser mantenidas incluso en mayor
medida por las propias personas mayores (González y otros, 1990), aunque hay
estudios que indican lo contrario (Molina, 2000). por lo tanto, son necesarios
esfuerzos tanto por parte de investigadores como de profesionales de los
servicios implicados en la atención a este colectivo para afrontar las
consecuencias que el mantenimiento de este tipo de actitudes plantea a las
personas mayores en particular, y la sociedad en su conjunto (de Mendonça y
otros, 2003).
Algunas asociaciones, como la Asociación Americana de Psicología (APA), ya han incluido como parte de su política de actuación la importancia de intervenir sobre las actitudes edadistas de los profesionales que las manifiestan (APA, 2003).
Algunas asociaciones, como la Asociación Americana de Psicología (APA), ya han incluido como parte de su política de actuación la importancia de intervenir sobre las actitudes edadistas de los profesionales que las manifiestan (APA, 2003).
La discriminación hacia las
personas mayores tiene tanto un componente cognitivo como un componente
conductual y otro emocional. Los sesgos edadistes favorecen una descripción de
las personas mayores basada fundamentalmente en rasgos negativos por lo que puede
fomentar la realización de prácticas profesionales discriminatorias (Montoro,
1998; Perdue y Gurtman, 1990). por tanto, toda acción dirigida a reducir su
impacto se deben considerar estos tres componentes si se pretende ser eficaz.
En la siguiente tabla, en la
columna de la izquierda, se señalan algunos de los estereotipos más
habitualmente destacados en la literatura, señalándose en la columna de la
derecha los hechos reales que ocurren en la vejez.
Algunos mitos y realidades sobre la vejez (APA (1998).
Mito: La gente mayor ...
|
Realidad
|
Son todas muy parecidas |
Son un grupo de población muy diverso (muchas diferencias
interindividuales)
|
Están socialmente aisladas |
La mayoría de las personas mayores
mantienen un contacto cercano con
familiares
|
Están enfermos, son frágiles y
dependen de otras personas
|
La mayoría viven de forma independiente.
|
La mayoría tienen algún grado de
deterioro cognitivo
|
En general, si hay algún declive en
habilidades intelectuales, no es
suficientemente severo como para
causar problemas en el día a día
|
Están deprimidos |
Las personas mayores que viven en la
comunidad tienen menores porcentajes
de depresión diagnosticable, que otros
grupos de edad
|
Se vuelven difíciles de tratar y son, con
el paso de los años, más rígidas
|
La personalidad se mantiene
relativamente consistente a lo largo del
ciclo vital
|
Raramente se enfrentan a los declives
inevitables asociados con el
envejecimiento
|
La mayoría de las personas mayores se ajustan con éxito los retos
vitales
|
La realidad es que, a pesar de lo ampliamente difundidas que están estas afirmaciones, éstas no se ven confirmadas por la investigación. En el mismo sentido, de forma contraria a la idea muy extendida (riesgo percibido asociado a su edad avanzada ) a la no realización de intervenciones quirúrgicas en personas mayores, un estudio realizado por la Fundación Mayo en el que se comparó a personas mayores de 100 años, que fueron sometidas a algún tipo de operación, con personas de igual género y edad, señala que no está justificado el no realizar intervenciones quirúrgicas a personas mayores de 100 años (Warner, Saletel, Schroeder, Warner, Offord y Gray, 1998).
Fernández-Ballesteros y otros (1992) señalan que algo parecido ocurre cuando se habla de la relación entre la vida laboral y ser mayor. Debido a la extendida creencia de que la "típica" persona mayor está limitada debido a problemas físicos o mentales, una gran parte de la población concluye que las personas mayores no están en una disposición adecuada para trabajar y que aquellos que lo hacen, lo hacen de una manera poco productiva (Palmos, 1999). Sin embargo, algunos estudios realizados con personas mayores trabajadoras han demostrado que realizan su tarea tan bien o mejor que otros grupos de edad en la mayoría de las medidas de ejecución de las tareas (Rix, 1995).
¿Cuáles son las consecuencias del edadismo?
Las personas mayores tienden a
adoptar la imagen negativa dominante en la sociedad y a comportarse de acuerdo
con esta imagen, que define lo que una persona mayor "debe" o "no debe" hacer. La
infraestimación de las capacidades físicas y mentales de las personas mayores puede
favorecer una prematura pérdida de independencia, una mayor discapacidad,
mayores índices de depresión y una mortalidad anticipada a personas que, en
otras condiciones, mantendrían una vida productiva, satisfactoria y saludable.
El principio que describe esta situación ha sido llamado "la profecía que
se autocumple", habiendo sido apoyado empíricamente por estudios
realizados con cuidadores informales de personas dependientes (Montorio, Izal,
Sánchez y Losada, 2002), y actualmente es considerado como uno de los
principales mecanismos a través de los que se produce el exceso de incapacidad.
Una de las consecuencias fundamentales del mantenimiento de actitudes edadistas
hace referencia a la utilización de pautas terapéuticas distintas en función
del grupo de edad al que se pertenezca, aunque no justificadas tales
acercamientos diferenciales. Así, por ejemplo, se ha encontrado que se recetan
menos, a la gente mayor, determinados tipos de medicamentos para problemas
cardiovasculares, incluso existiendo una mayor prevalencia e incidencia de
trastornos cardiovasculares (Krumholz y otros, 1997; Rathore y otros, 2000),
del mismo modo que se encuentran diferencias no justificadas en el
procedimiento de intervención en tumores (Du y otros, 2003; Mahoney y otros, 2000;
Peake y otros, 2003).
En cuanto a la salud mental, el
mantenimiento de actitudes edadistes contribuye en gran medida a la limitada
atención que se le proporciona a las personas mayores con problemas
psicológicos. La creencia de que la depresión y la tristeza son parte normal del
envejecimiento puede dificultar o imposibilitar que la persona reciba un
diagnóstico de depresión y que se beneficie, por tanto, de una intervención.
Finalmente, las actitudes edadistes pueden influir más en la forma en que se
trata a las personas mayores en las instituciones tanto públicas o privadas,
responsables de la atención a este colectivo. Así, por ejemplo, si se examinan
las pautas de comunicación que se utilizan en algunas residencias o centros
para mayores se observa que fracasan a la hora de favorecer las necesidades de
afiliación y apoyo social de los usuarios (Grado, Chandler y Saunders, 1995),
siendo muy común la utilización de la llamada "habla patrón" o
"hablar como a los niños" (baby talk) por parte de los profesionales (Ryan y otros,
1995). Hablar a las personas mayores como a niños o tratar de una manera
paternalista puede, además de afectar negativamente a los procesos de
evaluación y de intervención (Kimberling, Zeiss y Zeiss, 2000), favorecer de
una manera evidentemente inconsciente el refuerzo de comportamientos o
actitudes dependientes y fomentar el aislamiento y / o la depresión en las
personas, contribuyendo a la común espiral de declive en el estado físico,
cognitivo y funcional de las personas mayores que viven en algunas residencias
(Ryan y otros, 1986).
Para reducir el edadismo se
producirán cambios en los sistemas que lo perpetúan, como los medios de
comunicación, la cultura popular, instituciones, gobierno, etc. Para ello,
resulta necesario realizar políticas de intervención que incluyan el diseño,
implementación y evaluación de programas dirigidos a reducir el impacto de las
ideas y actitudes edadistas insertadas en la sociedad. Ademas hay que aumentar
la formación y la educación de los profesionales (médicos, enfermeros, farmacéuticos,
psicólogos, trabajadores sociales, etc.) que atienden en el presente o que
atenderán en el futuro a la gente mayor.
Conclusión
Las actitudes están presentes en
buena medida en la sociedad, sin que ello signifique que haya responsables de
esta situación. Es un fenómeno cultural con un importante componente socio
histórico ampliamente establecido en las sociedades occidentales. Se ha
pretendido reflejar la existencia de una forma de prejuicio o discriminación,
que surge a partir de influencias culturales y que forma parte del sistema de
creencias tanto de los profesionales como de las personas mayores y sus familias.
Resumen del artículo: LOSADA
BALTAR, Andrés (2004).”Edadismo: consecuencias de los estereotipos, del
prejuicio y la discriminación en la atención a las personas mayores. Algunas
pautas para la intervención”. Madrid, Portal Mayores, Informes Portal
Mayores, nº 14. [Fecha de publicación: 28/02/2004].
martes, 29 de enero de 2013
La Procrastinación
Qué es ?
La procrastinación (del
latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) es la acción de
postergar actividades o situaciones, que
uno debe atender, por otras situaciones
más irrelevantes y agradables. En consecuencia,
la persona gasta más tiempo y energía en
NO hacer algo, que en hacerlo directamente.
Un ejemplo
Me encargan un proyecto
profesional que he de presentar en quince
días. Me propongo iniciarlo mañana,
tranquilamente, para así poderlo
entregar antes de lo previsto; además, si surge algún contratiempo, tendré el
tiempo suficiente para solucionarlo.
Llega mañana . . . . .
las horas transcurren y no comienzo el trabajo. A última hora de la tarde el trabajo está sin comenzar y me digo : “ . . . es
tarde y además es casi la hora de cenar. Mejor lo comienzo mañana, sin falta.
Qué he hecho durante el
día ?: sentarme enfrente del ordenador, leer el correo. . . . En uno de los correos figura un “link” que me redirecciona a la web de los guitarristas más relevantes de
los 80’s, hago click y . . . . . se me
despierta el gusanillo, ensayo una pieza musical que estoy aprendiendo, pero el
sonido de mi guitarra es malo; las cuerdas están gastadas . . . . voy a comprar un juego nuevo, me encuentro
con José Luis . . . comemos juntos, voy
a casa y recuerdo que el mando de la tele está desconfigurado. Lo reprogramo, lo pruebo . . . . conecto la tele . . .
comienzo a “zapear” . . . . . . Dios
mío las 10:00 de la noche !!! . . . . Maldita sea!!!, de mañana no
pasa. Llega mañana y el ciclo se repite.
Llega el día antes de la entrega del proyecto . . . . todo son
prisas, estrés, y aunque logro terminar el trabajo, me siento culpable, agotado y estresado. Me prometo a mí mismo que ésta es la última vez . . . . pero el tiempo se encarga en demostrar lo
contrario.
La procrastinación es una
“ladrona de tiempo” y energía pero, en realidad, somos nosotros mismos quienes
permitimos este robo e incluso lo propiciamos.
Pero, por qué nos pasa esto?
Intuitivamente, se
podría afirmar que la procrastinación es el producto de una mala gestión del
tiempo; pero, lo que nos revelan los
estudios realizados, es que se debe a dos factores : el factor emocional y la falta de visión global de nuestra vida
laboral y personal.
Factor emocional
De entre las emociones
básicas, la ansiedad es la emoción más
claramente relacionada con la procrastinación. Los pensamientos asociados a
esta emoción están vinculados a nuestros
miedos más íntimos y nucleares; miedo a fracasar e incluso a triunfar son un
buen ejemplo.
La ansiedad es un estado fisiológico y mental que nos impide reflexionar y que
genera la necesidad de huir de él de manera inmediata; acostumbramos a “solucionar”
dicha situación a través del
autoengaño o la evitación de aquellas situaciones que nos generan
nerviosismo. En el caso de la
procrastinación, el autoengaño es : “ . . . .
lo haré mañana . . . ya es muy
tarde. . . . . “ (uf, que alivio!!!!)”. Existe una gran cantidad de autoengaños (excusas), por supuesto, todos
muy “lógicos”
La necesidad de
recompensa constante. Este factor emocional se relaciona con nuestra parte más
primaria y relacionada con la etapa infantil.
En esta etapa se manifiestan: el egocentrismo, la satisfacción inmediata y la evitación del
esfuerzo. Este factor es inconsciente, y la persona lo resuelve también con el
autoengaño, porque le resulta difícil reconocer que su parte más infantil e
inmadura se ha impuesto a la parte racional; la del adulto . . . . . el autoengaño se pone en marcha . . . . .
volvemos a respirar tranquilos.
Tener una visión global
Este factor se relaciona
con una toma de perspectiva de la realidad; es decir, cuál es el significado de
algo en relación con el resto de las
cosas. Tener una visión global es
congruente con la conducta estratégica,
entendiendo estratégica en el sentido de
qué es lo que tengo que hacer ahora para conseguir mi objetivo mañana.
Los elementos principales de la conducta estratégica son: la autocrítica (cómo me siento y
qué hago al respecto), los objetivos (cuáles son mis objetivos), método (qué
pasos he de seguir).
Estos factores –
emocional y tener una visión global – son interdependientes; es decir, no se dan de
manera aislada, ya que unos son consecuencia de otros, de manera
circular. Es decir, si tenemos miedo es
quizás porque no vemos las cosas de manera global, lo que a su vez alimenta
dicho miedo; pero, a pesar de disponer de una
estrategia determinada, nos produciría ansiedad el hecho de no tener claro de que, ésa, sea
la estrategia adecuada, etc, etc,
Estilos de procrastinación
- Perfeccionista. Nunca se está de acuerdo con el resultado final.
- Soñador. Sueño infantil consistente en la creencia de que todo saldrá bien, sin que nosotros hagamos nada para lograrlo. Pensamiento mágico.
- Generador de crisis. Hay personas que afirman trabajar mejor bajo presión, pero para ser más precisos, prefieren protestar y generar crisis para no hacer en definitiva ninguna tarea.
- Catastrofista. El pensamiento lo ocupan ideas relacionadas con los miedos al desastre, al fracaso e incluso a triunfar.
- Sobrecargado. Personas que no saben decir “no” y adquieren más y más responsabilidades que difícilmente pueden cumplir.
Qué hacer ?
1. Autocrítica. Recordar que la procrastinación
no se trata de QUÉ hacemos, sino qué pensamos y sentimos (emociones y pensamientos implicadas) cuando debemos
hacer algo. Si nos enfrentamos a nuestros sentimientos y pensamientos
irracionales, tendremos una posibilidad de evitar la procrastinación. Preguntas como: “. . .
cuáles son mis sensaciones?”; “qué pienso con respecto a . . . ?“; “. . .
. estoy dándome excusas o es una
decisión correcta?”, serían una buena manera de abordar el problema.
2. Planteamiento de objetivos. Definir
de manera clara y concreta nuestros objetivos.
Para que un objetivo quede definido correctamente es necesario que tenga
las siguientes características:
- Que sea medible. Dedicar menos tiempo a leer el correo, no es medible. Dedicar 10 minutos a leer el correo, sí
- Que sea concreto. Se relaciona con la característica anterior; ya que, algo que no es concreto, no se puede medir. Pasar menos tiempo en el ordenador no es ni concreto ni medible.
- Temporal. Periodo en el que se pretende alcanzar el objetivo. Fijar un inicio y un final, con cierto grado de flexibilidad (posibles contratiempos).
- Alcanzable. Relacionarlo con nuestras capacidades y recursos actuales.
- Progresión. En función del objetivo planteado se hará necesario dividirlo estableciendo etapas y/o pasos necesarios para lograr el objetivo final. En este caso, la estrategia adecuada es comenzar por los más fáciles de conseguir.
Conclusiones
La procrastinación es
una especie de paraguas integrado por los llamados “ladrones de tiempo”, los cuales nos alejan de aquellas actividades o acciones encaminadas a lograr nuestros objetivos,
alterando la planificación y, en consecuencia, retardando o impidiendo conseguir
lo que nos proponemos.
Parece ser que, según las
investigaciones, los aspectos relacionados con las emociones (ansiedad) tienen más peso que aquéllos relacionados con la gestión del tiempo; aunque, sin duda, también son necesarios.
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