martes, 3 de enero de 2017

Edadismo







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EDADISMO: discriminación por la edad: consecuencias de los estereotipos, del prejuicio y la discriminación en la atención a las personas mayores.


Introducción

El edadismo hace referencia al mantenimiento de estereotipos o actitudes prejuiciosas hacia una persona únicamente por el hecho de ser mayor (Butler, 1969; Palmore, 1990), aunque también se habla de un edadismo positivo que, aunque menos común, se plantea como no nocivo para la gente mayor (Palmore, 1999).  Palmore (1990), autor que ha escrito abundantemente sobre el edadismo, señala las características básicas de los estereotipos que forman la base del edadismo. De acuerdo con este autor, algunas de ellas son:

1. El estereotipo proporciona una visión altamente exagerada de unas pocas características.

2. Algunos estereotipos son inventados o no tienen base real, y se valoran como razonables debido a su relación con algunas tendencias de comportamiento que tienen alguna parte de verdad.

3. En un estereotipo negativo, las características positivas se omiten o no son suficientemente declaradas.

4. Los estereotipos no reflejan las tendencias compartidas por la mayoría u otras características positivas de las personas.

5. Los estereotipos no proporcionan ninguna información sobre la causa de las tendencias que se señalan.

6. Los estereotipos no facilitan el cambio.

7. Los estereotipos no facilitan la observación de la variabilidad interindividual, siendo esto especialmente  importante en el caso de las personas mayores, dadas las amplias diferencias entre unas y otras personas mayores.

El edadismo ha sido señalado como la tercera gran forma de discriminación de nuestra sociedad, tras el racismo y el sexismo (Butler, 1980; Stall y otros, 2002). Este tipo de actitudes está presente en la sociedad occidental actual (Palmore, 2001), probablemente incluso en mayor medida que el sexismo y el racismo, aunque es mucho más difícil de detectar (Levy y Manaji, 2002a), y pueden ser mantenidas incluso en mayor medida por las propias personas mayores (González y otros, 1990), aunque hay estudios que indican lo contrario (Molina, 2000). por lo tanto, son necesarios esfuerzos tanto por parte de investigadores como de profesionales de los servicios implicados en la atención a este colectivo para afrontar las consecuencias que el mantenimiento de este tipo de actitudes plantea a las personas mayores en particular, y la sociedad en su conjunto (de Mendonça y otros, 2003).

Algunas asociaciones, como la Asociación Americana de Psicología (APA), ya han incluido como parte de su política de actuación la importancia de intervenir sobre las actitudes edadistas  de los profesionales que las manifiestan (APA, 2003).

La discriminación hacia las personas mayores tiene tanto un componente cognitivo como un componente conductual y otro emocional. Los sesgos edadistes favorecen una descripción de las personas mayores basada fundamentalmente en rasgos negativos por lo que puede fomentar la realización de prácticas profesionales discriminatorias (Montoro, 1998; Perdue y Gurtman, 1990). por tanto, toda acción dirigida a reducir su impacto se deben considerar estos tres componentes si se pretende ser eficaz.

En la siguiente tabla, en la columna de la izquierda, se señalan algunos de los estereotipos más habitualmente destacados en la literatura, señalándose en la columna de la derecha los hechos reales que ocurren en la vejez.

Algunos mitos y realidades sobre la vejez (APA (1998).

Mito: La gente mayor ...
Realidad

Son todas muy parecidas
Son un grupo de población muy diverso (muchas diferencias interindividuales)


Están socialmente aisladas
La mayoría de las personas mayores
mantienen un contacto cercano con
familiares
Están enfermos, son frágiles y
dependen de otras personas
La mayoría viven de forma independiente.


La mayoría tienen algún grado de
deterioro cognitivo
En general, si hay algún declive en
habilidades intelectuales, no es
suficientemente severo como para
causar problemas en el día a día

Están deprimidos

Las personas mayores que viven en la
comunidad tienen menores porcentajes
de depresión diagnosticable,  que otros
grupos de edad
Se vuelven difíciles de tratar y son, con
el paso de los años, más rígidas
La personalidad se mantiene
relativamente consistente a lo largo del
ciclo vital
Raramente se enfrentan a los declives
inevitables asociados con el
envejecimiento
La mayoría de las personas mayores se ajustan con éxito los retos vitales





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La realidad es que, a pesar de lo ampliamente difundidas que están estas afirmaciones, éstas no se ven confirmadas por la investigación.  En el mismo sentido, de forma contraria a la idea muy extendida (riesgo percibido asociado a su edad avanzada ) a la  no realización de intervenciones quirúrgicas en personas mayores, un estudio realizado por la Fundación Mayo en el que se comparó a personas mayores de 100 años,  que fueron sometidas a algún tipo de operación,  con personas de igual género y edad,  señala que no está justificado el no realizar intervenciones quirúrgicas a personas mayores de 100 años (Warner, Saletel, Schroeder, Warner, Offord y Gray, 1998).

Fernández-Ballesteros y otros (1992) señalan que  algo parecido ocurre cuando se habla de la relación entre la vida laboral y ser mayor. Debido a la extendida creencia de que la "típica" persona mayor está limitada debido a problemas físicos o mentales, una gran parte de la población concluye que las personas mayores no están en una disposición adecuada para trabajar y que aquellos que lo hacen, lo hacen de una manera poco productiva (Palmos, 1999). Sin embargo, algunos estudios realizados con personas mayores trabajadoras han demostrado que realizan su tarea tan bien o mejor que otros grupos de edad en la mayoría de las medidas de ejecución de las tareas (Rix, 1995).

¿Cuáles son las consecuencias del edadismo?

Las personas mayores tienden a adoptar la imagen negativa dominante en la sociedad y a comportarse de acuerdo con esta imagen, que define lo que una persona mayor "debe" o "no debe" hacer. La infraestimación de las capacidades físicas y mentales de las personas mayores puede favorecer una prematura pérdida de independencia, una mayor discapacidad, mayores índices de depresión y una mortalidad anticipada a personas que, en otras condiciones, mantendrían una vida productiva, satisfactoria y saludable. El principio que describe esta situación ha sido llamado "la profecía que se autocumple", habiendo sido apoyado empíricamente por estudios realizados con cuidadores informales de personas dependientes (Montorio, Izal, Sánchez y Losada, 2002), y actualmente es considerado como uno de los principales mecanismos a través de los que se produce el exceso de incapacidad. Una de las consecuencias fundamentales del mantenimiento de actitudes edadistas hace referencia a la utilización de pautas terapéuticas distintas en función del grupo de edad al que se pertenezca, aunque no justificadas tales acercamientos diferenciales. Así, por ejemplo, se ha encontrado que se recetan menos, a la gente mayor,  determinados tipos de medicamentos para problemas cardiovasculares, incluso existiendo una mayor prevalencia e incidencia de trastornos cardiovasculares (Krumholz y otros, 1997; Rathore y otros, 2000), del mismo modo que se encuentran diferencias no justificadas en el procedimiento de intervención en tumores (Du y otros, 2003; Mahoney y otros, 2000; Peake y otros, 2003).

En cuanto a la salud mental, el mantenimiento de actitudes edadistes contribuye en gran medida a la limitada atención que se le proporciona a las personas mayores con problemas psicológicos. La creencia de que la depresión y la tristeza son parte normal del envejecimiento puede dificultar o imposibilitar que la persona reciba un diagnóstico de depresión y que se beneficie, por tanto, de una intervención. Finalmente, las actitudes edadistes pueden influir más en la forma en que se trata a las personas mayores en las instituciones tanto públicas o privadas, responsables de la atención a este colectivo. Así, por ejemplo, si se examinan las pautas de comunicación que se utilizan en algunas residencias o centros para mayores se observa que fracasan a la hora de favorecer las necesidades de afiliación y apoyo social de los usuarios (Grado, Chandler y Saunders, 1995), siendo muy común la utilización de la llamada "habla patrón" o "hablar como a los niños" (baby talk) por parte de los profesionales (Ryan y otros, 1995). Hablar a las personas mayores como a niños o tratar de una manera paternalista puede, además de afectar negativamente a los procesos de evaluación y de intervención (Kimberling, Zeiss y Zeiss, 2000), favorecer de una manera evidentemente inconsciente el refuerzo de comportamientos o actitudes dependientes y fomentar el aislamiento y / o la depresión en las personas, contribuyendo a la común espiral de declive en el estado físico, cognitivo y funcional de las personas mayores que viven en algunas residencias (Ryan y otros, 1986).




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Cómo evitarlo

Para reducir el edadismo se producirán cambios en los sistemas que lo perpetúan, como los medios de comunicación, la cultura popular, instituciones, gobierno, etc. Para ello, resulta necesario realizar políticas de intervención que incluyan el diseño, implementación y evaluación de programas dirigidos a reducir el impacto de las ideas y actitudes edadistas insertadas en la sociedad. Ademas hay que aumentar la formación y la educación de los profesionales (médicos, enfermeros, farmacéuticos, psicólogos, trabajadores sociales, etc.) que atienden en el presente o que atenderán en el futuro a la gente mayor.

Conclusión

Las actitudes están presentes en buena medida en la sociedad, sin que ello signifique que haya responsables de esta situación. Es un fenómeno cultural con un importante componente socio histórico ampliamente establecido en las sociedades occidentales. Se ha pretendido reflejar la existencia de una forma de prejuicio o discriminación, que surge a partir de influencias culturales y que forma parte del sistema de creencias tanto de los profesionales como de las personas mayores y sus familias.




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Resumen del artículo: LOSADA BALTAR, Andrés (2004).”Edadismo: consecuencias de los estereotipos, del prejuicio y la discriminación en la atención a las personas mayores. Algunas pautas para la intervención”. Madrid, Portal Mayores, Informes Portal Mayores, nº 14. [Fecha de publicación: 28/02/2004].




















martes, 29 de enero de 2013

La Procrastinación





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Qué es ?

La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) es la acción de postergar actividades o situaciones,  que uno debe  atender, por otras situaciones más irrelevantes y agradables. En consecuencia,  la persona gasta más tiempo y energía en NO hacer  algo,  que en hacerlo directamente.

Un ejemplo

Me encargan un proyecto profesional que he de  presentar en quince días.  Me propongo iniciarlo mañana, tranquilamente, para así  poderlo entregar antes de lo previsto; además, si surge algún contratiempo, tendré el tiempo suficiente para solucionarlo.

Llega mañana  . . . . .  las horas transcurren y no comienzo el trabajo.  A última hora de la tarde el trabajo está sin comenzar y me digo : “ . . .  es tarde y además  es casi la hora de cenar. Mejor lo comienzo mañana, sin falta.

Qué he hecho durante el día ?: sentarme enfrente del ordenador, leer el correo. . . . En uno de los correos figura un  “link” que me redirecciona a  la web de los guitarristas más relevantes de los 80’s, hago click y . . . . .  se me despierta el gusanillo, ensayo una pieza musical que estoy aprendiendo, pero el sonido de mi guitarra es malo; las cuerdas están gastadas . . . .  voy a comprar un juego nuevo, me encuentro con José Luis . . .  comemos juntos, voy a casa y recuerdo que el mando de la tele está desconfigurado.  Lo reprogramo,  lo pruebo . . . . conecto la tele  . . .  comienzo a “zapear”  . . . . . .   Dios mío las 10:00 de la noche !!! . . . .  Maldita  sea!!!, de mañana no pasa.  Llega mañana y el ciclo se repite.

Llega el día  antes de  la entrega del proyecto . . . . todo son prisas, estrés, y aunque logro terminar el trabajo,  me siento culpable,  agotado y estresado.  Me prometo a mí mismo que ésta es  la última vez . . . .  pero el tiempo se encarga en demostrar lo contrario.

La procrastinación es una “ladrona de tiempo” y energía pero, en realidad, somos nosotros mismos quienes permitimos este robo e incluso lo propiciamos.

Pero, por qué nos pasa esto?

Intuitivamente, se podría afirmar  que la procrastinación  es el producto de una mala gestión del tiempo; pero, lo que nos revelan  los estudios realizados, es que se debe a dos factores :  el factor emocional  y la falta de visión global de nuestra vida laboral y personal.

Factor emocional

De entre las emociones básicas, la ansiedad  es la emoción más claramente relacionada con la procrastinación. Los pensamientos asociados a esta emoción están vinculados a  nuestros miedos más íntimos y nucleares; miedo a fracasar e incluso a triunfar son un buen ejemplo.

La ansiedad es un estado fisiológico y mental que nos impide reflexionar  y  que genera la necesidad de huir de él de manera inmediata; acostumbramos a “solucionar” dicha situación  a través del autoengaño  o la evitación de  aquellas situaciones que nos generan nerviosismo.  En el caso de la procrastinación, el autoengaño es : “ . . . .  lo haré mañana . . .  ya es muy tarde. . . . . “ (uf, que alivio!!!!)”.  Existe una gran cantidad  de autoengaños (excusas), por supuesto, todos muy “lógicos”

La necesidad de recompensa constante. Este factor emocional se relaciona con nuestra parte más primaria y relacionada con la etapa infantil.  En esta etapa se manifiestan: el egocentrismo,  la satisfacción inmediata y la evitación del esfuerzo. Este factor es inconsciente, y la persona lo resuelve también con el autoengaño, porque le resulta difícil reconocer que su parte más infantil e inmadura se ha impuesto a la parte racional; la del adulto . . . . .  el autoengaño se pone en marcha . .  . . .  volvemos a respirar tranquilos.

Tener una visión global

Este factor se relaciona con una toma de perspectiva de la realidad; es decir, cuál es el significado de algo en relación con el  resto de las cosas.  Tener una visión global es congruente  con la conducta estratégica, entendiendo estratégica  en el sentido de qué es lo que tengo que hacer ahora para conseguir mi objetivo mañana.

Los elementos principales de la conducta estratégica son: la autocrítica (cómo me siento y qué hago al respecto), los objetivos (cuáles son mis objetivos), método (qué pasos he de seguir).

Estos factores – emocional y tener una visión global –  son interdependientes; es decir, no se dan de manera aislada, ya que unos son consecuencia de otros, de manera circular.  Es decir, si tenemos miedo es quizás porque no vemos las cosas de manera global, lo que a su vez alimenta dicho miedo; pero, a pesar de disponer de  una estrategia determinada, nos produciría ansiedad el hecho de no tener claro de que, ésa,  sea la estrategia adecuada, etc, etc,

Estilos de procrastinación 

  •              Perfeccionista.  Nunca se está de acuerdo con el resultado final.
  •             Soñador.  Sueño infantil  consistente en la creencia de que todo saldrá bien, sin que   nosotros hagamos nada para lograrlo. Pensamiento mágico.
  •            Generador de crisis. Hay personas que afirman  trabajar mejor bajo presión, pero para ser más precisos, prefieren protestar y generar crisis para no hacer en definitiva ninguna tarea.
  •           Catastrofista.  El pensamiento lo ocupan  ideas relacionadas con los miedos al desastre,  al fracaso e incluso a triunfar.
  •           Sobrecargado.  Personas que no saben decir  “no” y adquieren más y más  responsabilidades que difícilmente pueden cumplir. 



Qué hacer ?

1. Autocrítica. Recordar que la procrastinación no se trata de QUÉ hacemos, sino qué pensamos y sentimos (emociones  y pensamientos implicadas) cuando debemos hacer algo. Si nos enfrentamos a nuestros sentimientos  y pensamientos  irracionales, tendremos una posibilidad de evitar la procrastinación.  Preguntas como:  “. . .  cuáles son mis sensaciones?”; “qué pienso con respecto a . . . ?“; “. . . .  estoy dándome excusas o es una decisión correcta?”, serían una buena manera de abordar el problema.

2. Planteamiento de objetivos. Definir de manera clara y concreta nuestros objetivos.  Para que un objetivo quede definido correctamente es necesario que tenga las siguientes características:

  •          Que sea medible. Dedicar menos tiempo a leer el correo, no es medible.  Dedicar 10 minutos a leer el correo, sí
  •          Que sea concreto. Se relaciona con la característica anterior; ya que, algo que no es concreto,  no se puede medir.  Pasar menos tiempo en el ordenador no es ni concreto ni medible. 
  •          Temporal. Periodo en el que se pretende alcanzar el objetivo. Fijar un inicio y un final, con cierto grado de flexibilidad (posibles contratiempos).
  •          Alcanzable. Relacionarlo con nuestras capacidades y recursos actuales. 
  •          Progresión. En función del objetivo planteado se hará necesario dividirlo estableciendo etapas y/o pasos necesarios para lograr el objetivo final.  En este caso, la estrategia adecuada es comenzar por los más fáciles de conseguir.



Conclusiones

La procrastinación es una especie de paraguas integrado por los llamados “ladrones de tiempo”,  los cuales  nos alejan de aquellas  actividades o acciones  encaminadas a lograr nuestros objetivos, alterando la planificación y, en consecuencia, retardando o impidiendo conseguir lo que nos proponemos.

Parece ser que, según las investigaciones, los aspectos relacionados con las emociones (ansiedad) tienen más peso que aquéllos relacionados con la gestión del tiempo; aunque,  sin duda, también son necesarios.